Normalmente se cree que una vez que se aprende a andar en bicicleta ya tenemos el equilibrio adquirido, pues luego aprendemos que no es tan así, ya que en la medida que ganamos kilómetros y comenzamos a entrenar en lugares cada vez mas complicados, vemos que un buen equilibrio puede significar el evitar bajar los pies de los pedales hasta incluso evitar una fea caída. Estos simples pero efectivos 4 ejercicios, nos preparan para afrontar de mejor manera un escenario donde normalmente nos bajamos de la bicicleta o bien nos entregaríamos a una caída ojala no tan fuerte.
Ejercicio 1
Dibuja en el suelo dos círculos que se toquen o un lazo en forma de ocho. Una botella de agua grande es el “lápiz” perfecto ya que sólo marca el suelo temporalmente y además te servirá para hacer más ejercicios de equilibrio. Es preferible que lo hagas en un terreno plano, regular y un poco deslizante, es decir, arena seca o grava fina, por lo que el típico parque de barrio será el escenario perfecto para desarrollar tu sentido del equilibrio.
1- Empieza por la zona de enlace entre los bucles, con un dedo en cada manilla de freno y a una velocidad adecuada, más bien reducida.
2- Ábrete levemente sin alejarte en exceso de la línea trazada.
3- Acompaña con la mirada la línea y calcula el espacio necesario para que la rueda trasera no pise. Imagina que el interior del lazo está vacío e intenta pasar lo más al borde posible, como si te estuvieras asomando.
4- Con más práctica lo podrás hacer sin frenos, pero por el momento aprovecha la estabilidad que otorga la deceleración de los frenos. Frena suavemente y acelera con los pedales, para corregir una excesiva inclinación.
5- Vuelve a ceñirte lo más posible al “borde”.
6- Ahora en la recta de enlace acelera un poco más y pasa por el cruce.
7- Es el momento de ver si eres ambidiestro, verás que en un sentido u otro te cuesta más hacer girar la bici con precisión y soltura.
8- Recuerda que la deceleración y aceleración controlada aportan un plus de estabilidad si no haces derrapar a la bici. Es de gran ayuda sobre todo cuando giramos hacia el “lado malo”.
9- No pierdas de vista la línea, ahora haz una vuelta rápida y otra muy lenta.
Ejercicio 2
Cuando modificas la posición del cuerpo tus receptores del equilibrio tienen un trabajo más complicado que hacer porque varías la percepción. Una forma sencilla de entrenar esta circunstancia es recogiendo y dejando una botella en el suelo. Esto te obliga a agacharte y a variar la ubicación de la cabeza, con lo que se complica la historia. Además aprenderás a repartir los pesos de una manera muy forzada y eso mejorará tus cualidades de equilibrio aún en las peores situaciones. No pierdas la línea recta, empieza con una botella de agua, te resultará más fácil y luego inténtalo con un bidón, más pequeño. Te recomendamos que lo hagas en una zona de suelo mullido por si pierdes un poco el equilibrio.
1- Cuanto más despacio más difícil, así que aproxímate a una velocidad moderada pero no muy lenta. No pierdas de vista la botella y acércate en línea recta.
2- Descuélgate progresivamente manteniendo la trayectoria y pilota a una mano. Fija la mirada en la botella y agárrala.
3- Es el momento clave. Tus sentidos te pueden traicionar cuando te eleves y mires al frente. Concéntrate e intenta mantener una línea recta. Ahora… ¿Puedes dejar de nuevo la botella en el suelo sin que se vuelque?
Ejercicio 3
A veces hay que mantener la trayectoria lo más recta posible. Ocurre por ejemplo cuando tienes al lado regueros paralelos, raíces, un estrecho puente de para pasar un río o cualquier obstáculo… y apenas te queda sitio. Para practicar esta técnica usaremos algo estrecho como un tronco, un bordillo o dos marcas paralelas en el suelo, que podemos dibujar con agua del bidón o con un par de frenazos. ¿Sabes montar en línea recta? Ya verás como no es tan fácil como parece.
1-Aquí cuanto más despacio llegues… más difícil. Empieza sentado y fíjate en que ambas ruedas entren totalmente alineadas con el bordillo.
2-No pierdas de vista la rueda delantera y por dónde pisa. Mantén las bielas estáticas o pedalea muy despacio.
3-Cuando estés cerca de finalizar el tramo estrecho pedalea con algo más de fuerza y evitarás el error tonto del último metro.
Ejercicio 4
Este es unos de los “trucos” más vacilones del barrio, pero entraña ciertos riesgos, por eso hazlo acompañado pero en presencia de poco público y, este sí que sí, en un terreno blandito. Es el remate final al entrenamiento del sentido del equilibrio ya que no sólo tienes que mantener la vertical en sentido inverso, ahora girar e inclinar se volverán tareas novedosas. Procura que no haya obstáculos, escalones ni pendientes pronunciadas, porque te vas a quedar pasmado al ver como dejas el mundo atrás.
1-Sitúate del revés con la bici entre las piernas y pon las bielas en horizontal. Pon las manos en los puños del manillar y busca las manetas de los frenos. En caso de duda frena y echa pie a tierra.
2-Arranca sentado en la potencia y da un fuerte pedal hacia delante… digo hacia atrás, con un desarrollo medio. Verás que la bici se mantiene sola. Este es un momento en el que se mezcla el pánico con la euforia… No te dejes llevar, da dos o tres pedaladas y detente con cuidado.
3-Cuando le hayas “pillado el rollo”, riza el rizo y mira hacia atrás para ver lo que viene. Es realmente difícil, lo más normal es que la bici gire bruscamente y frenes. Una vez controles esta habilidad… te habrás sacado el carnet de equilibrista.
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